28 de julio de 2009

El caramelo chorreaba por los morros de Maripe mientras una mariquita se posaba en su regordeta nariz. Llevaba el vestido de lunares azules que su madre le había comprado por su sexto cumpleaños y las gafas de sol guardadas en su bolso marrón, que colgaba bajo su cintura.
Ese día había olvidado coger su pañuelo naranja con dibujos veraniegos que tanto le gustaba, así que corrió inmediatamente donde su paciente madre.



Ésta le limpió la boca mientras Maripe le contaba la grandiosa historia de su nueva amiga la mariquita que había volado y se había marchado sin decirla nada. Entonces para que Maripe no se pusiera triste, su madre le cogió de la mano y la acompañó hasta el césped del parque, donde encontraron más mariquitas, a lo que su madre le dijo:

- ¿Ves Maripe? Tu amiga la mariquita ha venido a jugar con sus otras amigas.

Entonces el rostro de Maripe dejó ver una enorme sonrisa y ambas se levantaron y echaron a andar camino a casa.

23 de julio de 2009

La luz que ilumina el camino...
... flaquea en fuerzas.
La luz que ilumina el sendero está contrariada y perdida.
La luz que ilumina no deja que vea clara la salida.
La luz que ilumina tu rostro apenas muestra ganas de mirarte.
La luz que ilumina mi vida comienza a pagarse...
... y es ahora cuando más necesito que me alumbre.
Cuando más necesito que me guíe por el serendero que he de cruzar sola y desprotegida.
Cuando más necesito de tus besos y tus mimos, de tus abrazos y tus susurros. Necesito de tu amor, beber de esa fuente insaciable llamada 'corazón'.



Necesito ser fuerte y aprender de los errores.
Vivir la aventura de la vida.

18 de julio de 2009

Sabía que debía regresar a casa, pero era incapaz. Le encantaba esa sensación del viento rozando su cara y jugando con su pelo.
El día estaba claro a pesar de alguna nube que se paseaba por allí. Olía a pureza, a fresca menta y hierbabuena.
Se incorporó y comenzó a andar descalza sobre la hierba aún húmeda.
Amaba ese sitio, y le amaba a él.
Estaba sentado en el porche de la casa y le saludaba con la mano.
Allí todo era genial, como otro mundo a parte, donde sólo ellos estaban, donde crear un lugar para los dos.


15 de julio de 2009


El bote frío de cartón rebosaba helado de fresa ácida y pequeñas nueces, mientras que los labios de Laura estaban cubiertos como si de un pintalabios se tratara.
La dulce inocencia que siempre había envuelto a su persona, le había sido arrebatada de un solo golpe.
Estaba sentada en el sofá, ahora orientado frente a la ventana. Recorría con sus ojos las calles anaranjadas por el sol e intentaba no pensar en nada que tuviera que ver con su vida.
Le encantaba mirar a los transeuntes que concurrían la avenida e imaginar como serían sus vidas.